¡Qué va a saber, ella!
Ella, ella, que bajo el cobijo de mis brazos ha hecho siempre lo que ha querido.
Qué va a saber del rumor indiscreto de los compañeros de instituto, de la sonrisa forzada a las preguntas impertinentes de aquellos que se creían con derecho a opinar; de ser mayores cuando aún éramos unos niños para criarla, para que fuera alguien.
«Que es mayor. Que a nosotros tampoco nos ha ido tan mal. Que cada uno debe construirse la vida a su medida y forma.»
¿Qué quieres que les diga? ¿Que no es lo que quiero para ella? ¿Que yo me he hartado de llorar? No. No puedo hacerlo. Le diré que me alegro y que cuente conmigo para cuidar de los gemelos que traerá al mundo con una sonrisa en los labios.
Para comentar debe estar registrado.