Verte, de cerca, subida en los patines, me enorgullece y me alza el ánimo.
Yo, justo después que tu madre te ayude a abrocharte las botas, te he ofrecido mis manos y tú me las has tomado. Tu esfuerzo te sostiene de pie con el apoyo de tu padre, mi hermano, y la mirada inocente, del tuyo, en brazos.
¡Patinar no ha sido nada fácil! Nosotros metíamos baza mientras tú lo intentabas una y otra vez hasta que los patines han empezado a deslizarse por el suelo llano delante de nuestras miradas.
Y tú aún no lo sabes, y yo tampoco te lo diré aún, pero he aprendido que el suelo no siempre está bien pulido y pensar que seremos eternos no es más que un espejismo.
Verte alejarte, no lo he podido evitar, me ha hecho caer unas lágrimas y las lágrimas darme cuenta que nos hacíamos mayores, pero que nuestro corazón todavía vibra.
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